martes, 27 de noviembre de 2012

La visita italiana



Buenos Aires se tiñe de sombras y luces. Ya no por las tiernas tardes primaverales o las siniestras tormentas que nos estamos acostumbrando a padecer semanalmente si no por la visita de lujo de siete obras del maestro Michelangelo Merisi da Caravaggio (para los amigos y posteridad simplemente Caravaggio).
Genio y participe del barroco italiano, supo sortear una vida llena de idas y venidas en las cuales las peleas callejeras, los romances homoeroticos, la búsqueda de poder económico como profesional, un par de exilios y la tan anhelada y conseguida orden de Malta lo llevaron a crear una técnica apasionada, repleta de dolor y sentimiento.
Criticado en su tiempo por la utilización de modelos comunes, gentes corrientes de la calle para vestir a santos y doncellas dentro de sus marcos pero destacado y ampliamente imitado por su uso de la luz, único hasta ese momento generando sensación fotográfica (en el sentido lumínico y no hiperrealista).
Son siete las obras de Caravaggio que el Museo Nacional de Bellas Artes nos trae gracias a la colaboración de empresas como Fiat e Iveco junto a otras tantas de artistas seguidores del maestro.
Recomiendo el San Jerónimo por su claroscuro, el dolor de su mórbida carne y la profunda oscuridad en que se sumerge el espacio nos acentúa la intimidad de su escritura. 




El color y el relato de Los Trapeceros, tema recurrente del artista quien fue actor y victima de las trampas en las calles de Roma determinando furiosas peleas con espada en mano.  Como dice el dicho “el que avisa no es traidor” no se debe dejar de apreciar que tanto el modelo de la izquierda como el de la derecha son el mismo joven, amigo de Michelangelo da Merisi.
Desde el fondo de la sala, reinando cual diva en su trono nos espera la joya de la muestra. La Medusa o Cabeza de Medusa, plasmada eternamente sobre un escudo como así lo hizo Perseo al decapitarla y así protegerse de sus enemigos.
Se dice que Caravaggio jamás se desprendió de este escudo, lo traslado junto a él en todos sus viajes de manera casi supersticiosa.
La muestra se puede ver hasta el 15 de diciembre y si bien a mi criterio la iluminación tiene sus defectos ya que no ilumina del todo algunas obras o genera brillo en otras, es una muestra única que difícilmente se repita en el corto plazo.

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